OTRA CHAMPIONS PARA EL EQUIPO DE GUARDIOLA QUE SIGUE HACIENDO HISTORIA. MESSI EL JUGADOR DEL PARTIDO.


Estas verdades, simples pero quizá mucho más válidas que las que pueden pretender ostentar “intelectuales” como Beatriz Sarlo o Elisa Carrió, sirven para sostener una hipótesis, que no sé si alguien en el mundo ya la ha esgrimido, pero la tomo y dice que, el Barcelona es el perfeccionamiento exacerbado, apoteótico del famoso y callejero “juego del loco”. Un juego que consiste en un círculo de jugadores que se pasan la pelota, uno a otro (sin orden establecido), mientras en el centro, otro jugador (el loco) intenta quitársela. El juego no incluye el uso de las manos, para tocar la pelota.
Puede decirse, que el Barcelona es ese círculo perfecto, una máquina perfeccionada hasta los más mínimos detalles y que, para el caso, los rivales (ya sean 11, 10 etc.) hacen, por lo general, el papel, a veces humillante, del loco desesperado detrás de la pelota, y la pelota, ese objeto del deseo, posesión exclusiva de quien ha sabido tratarla con una amor desmesurado. Objeto de deseo, además, para ese “loco multitudinario”, inalcanzable, utópico, imposible.
La final de un torneo o una liga, puede ser anecdótica, si bien dolorosa una derrota (recuerdo, y no por obsecuente de la dueña de esta casa, la injusta caída del Huracán de Cappa), no debería jamás, empañar lo hecho de forma coherente a lo largo de una línea respetable de tiempo. Digo esto porque, mientras escribo veo la final de la Champions League, y uno nunca sabe que puede suceder en un partido, cuales son las jugarretas del azar o del destino que pueden influir en 90 minutos de juego.
Sin embargo, y eso es lo asombroso, el Barcelona sigue “jugando al loco” en una final tan trascendente, y su partenaire, el Manchester, asume, casi como obligación (no es el caso del patético Real Madrid de Mouriño en la primera semifinal, que adrede, metió 10 jugadores abajo del arco) el rol de “loco”, porque el Barcelona es, el círculo perfecto de tener la pelota, como si cada jugador, tuviese imanes en los botines y esa pelota, fuese de metal.
El “juego del loco” puede parecer, para quien lo observe, algo aburrido. También, para algunos lo es la pintura, o la literatura o el cine. Pero para poder admirar el arte, es necesario dejarse llevar y ver “más allá”. Con esto, no quiero decir que el Barcelona se parezca al arte y su belleza, sino que quiero afirmar que el Barcelona es arte y belleza.
Como lo dije, una final puede ser una anécdota o un mal trago, pero también la frutilla del postre. Y éste es el caso. Los goles del Barcelona no llegan por casualidad, sino por decantamiento. Los goles del Barcelona se huelen, como el mar se huele cuando uno se acerca a él. Y así cae el gol de Pedro, otra belleza dentro de la belleza, y el Barcelona jugando al loco, como los chicos del barrio en el campito de enfrente de mi casa.
Y para demostrar que son humanos y que en ciertas ocasiones, la maquinita falla, llega el gol de Rooney, que también es una belleza, a pesar del leve off side de Giggs.
Pero “jugando al loco” y teniendo la pelota, al Barcelona es casi imposible ganarle. Y los goles llegan, claro, por decantamiento (otra vez). El de Messi y la preciosura de Villa, los dos de fuera del área. Porque si no se puede llegar hasta el arco tocando, se toca hasta donde se puede, y se le pega. Esa es otra virtud de la maquinita/belleza/Barcelona.
Y el partido, puede terminarse ahí. El Barcelona, seguirá “jugando al loco” y el Manchester, a un agotado “loco” ya cansado de tanto ir y venir detrás de ese objeto de deseo imposible, que no se le da. Ese objeto de deseo, la pelota, ya tiene un dueño magnánimo e indiscutible. Ese dueño que hace de ella una obra de arte para contemplar horas y horas.
Si recurriésemos a la semiótica de Greimas, Sujeto y Objeto, Barcelona y pelota, siempre estarían, en este relato hermoso que es el fútbol, en eterna conjunción. Yo prefiero quedarme con las palabras de Román y ser consciente de que un fenómeno así, difícilmente se repita. Jugar al loco de esa forma, entra en mis consideraciones de “maravillas del mundo”.