viernes, 6 de julio de 2012

GRACIAS POR EL FÚTBOL. Y POR TANTA GRANDEZA



Ayer, desde que en la madrugada escuché a Román decir esas palabras que expresaban su alejamiento del fútbol o de Boca (que para él son la misma cosa) quise escribir algo, pero la tristeza y sobre todo, el desconcierto, no me permitían redactar nada, nada era suficiente ni apropiado. Y eso que este blog le ha dedicado infinidad de páginas. Ayer todas las palabras sonaban vacías.
Pero hoy me topé con esta carta de un hincha de River y creo que simbolizan perfectamente lo que significa Román para todos los que amamos el fútbol.
Para vos caballero de la sonrisa triste y la derecha exquisita. Para vos. Para siempre, gracias.


Para Román. Por Javier García


Alivio. Esa fue la primera sensación que me embargó cuando me enteré de la noticia de tu alejamiento de Boca. Soy muy hincha de River, como vos de Boca. Tu etapa de gloria y triunfo coincidio con la de River de ostracismo y oscuridad. ¿Cómo no querés que me alivie?. Después podemos hablar de vos como futbolista. ¿Sabes cuantas veces te dije pecho frío? ¿Tristelme? ¿Freezelme y demás apodos que parió la rivalidad futbolística? Pufff, miles. ¿Me podés culpar? Yo creo que no. 
Ayer dijiste a la prensa y al Mundo Boca "Naci bostero y voy a morir bostero". Bueno yo nací Gallina y voy a morir Gallina. Lo llevo en el ADN. Creí que, en ese mismo combo, venía el no saber disfrutarte. En realidad, fue una consecuencia de mi amor por la banda roja. Siempre, siempre, contra nosotros, la rompiste, nos hacias goles, dabas asistencias o clavabas tiros libres. Vos y tus "amigos" Palermo y Guillermo. Ustedes tres son para mí la "muestra gratis" de este Boca ganador de todo. 
Pero con vos, Román, pasa algo distinto. Te puteé hasta el cansancio cuando dejaste la Selección por tu mamá. Me diste la excusa para poder decir "Vieron, ¿Tan grande es? ¡Cómo vas a renunciar a la Selección!". Lo hiciste por una segunda vez, cuando el único jugador más grande que vos (Diego) te criticó por tevé y te volviste a ir. Volví a criticarte. "¿Cómo vas a renunciar dos veces?" También me mofé de aquel año en que te lesionaste cada dos por tres, incluyendo tu pedido de cambio en el Monumental a los 5' de juego y grité, a viva voz, desde la San Martín Baja "Se cagó, Riquelme se cagó". 
Lo bueno es que la pelota da vueltas y que uno puede aceptar un error. Que dejes a Boca no me alegra, si me alivia. Y si me causa esa sensación es porque indudablemente fuiste grande. Porque así como para los hinchas de Boca tu nombre es sinónimo de grandeza y triunfos, para mí, tu nombre, es sinónimo de martirio futbolístico. Te vi meterme varios goles, o propiciando otros tantos. También te vi salir derrotado de mi cancha. 
Me autoimpuse el no disfrutarte. ¿Cómo iba a disfrutar yo de un ídolo de Boca? ¿En qué cabeza cabía? No podía tampoco ignorarte. Sos demasiado grande para que a cualquiera que le guste el fútbol le pases desapercibido. Entonces, me debí conformar con la tercera opción: Te padecí. Viví todos tus años en Boca con la sensación, inenarrable que la victoria Xeneize era posible en cualquier lugar, circunstancia o momento si el Diez era Juan Román Riquelme. Muchas veces fue así. Ayer, por suerte, no. 
Soy periodista, además de hincha de River. No comulgo con tus endiosadores, para mí ningún jugador de fútbol merece ser subido a semejante púlpito -aunque me tenté de hacerlo con Ortega, el Enzo y, los últimos seis meses, con Trezeguet- pero los entiendo. Inmediatamente me pregunto. ¿Y si hubieses jugado en River? Probablemente te amaría y te idolatraría aún más que tus endiosadores. Pero no puedo. No debo. Y, para qué negarlo, no quiero. 
¿Me perdí un jugador de enormes características? No, para nada. Te vi igual. Te sufrí igual y, porque no decirlo, cuando jugaste en Villareal o en la Selección e incluso te disfruté cuando eras vos el que le pasaba la pelota a Javier Saviola para que hiciera los goles en el Barcelona. ¿Sabes cuantas veces saqué a relucir el penal que erraste con Villareal como carta de que no eras perfecto? Miles. Convengamos que no había muchas manchas en tu carrera. La realidad es que lo grosso fue haber llevado a un equipo inexistente como el Submarino hasta ahí. Ahora te lo puedo decir, ya no jugas más para ellos, pese a que siempre seras uno de ellos. 
Respeto a Boca como rival. No lo disfruto, ni mucho menos lo ensalzó. Son la némesis. Para mí, Boca es lo que está mal, lo impuro, lo indigno, todo lo contrario a lo que yo quiero en esta vida futbolística. Pero vos.Con vos tuve y tengo un dilema. ¡Estas cortado por la tijera riverplatense, Román! Los lujos, la exquisitez, ser un diez excelso.Eso es de nuestra escuela. Allá reinaban la garra, los huevos, el ganar como sea, ganar clásicos colgados del travesaño. ¿Cómo podía ser que Boca tuviera al mejor jugador de los últimos 10-15 años del fútbol argentino en la Ribera? Era imposible. Ese era River. 
Vos cambiaste el paradigma. Más allá de los Rojitas, Márcico, Mastrángelo y el propio Maradona, vos les cambiaste el paladar a ellos. Vos les demostraste que al fútbol también se juega lindo. Les abriste los ojos. Les mostraste el fútbol que a mi me inculcaron desde pendejo, ese que viene con la herencia Gallina de mi viejo. ¡Cómo no te van a amar! Les mostraste un mundo perfecto. Si yo fuera ellos también te amaría. 
Pero no soy ellos. No te amo. Ni te quiero. Pero te respeto. Como vos a River. Si hay alguien que tuvo y tendrá motivos y espalda para bardear a River ese serás vos. Ni el bocón de Bérmudez, ni Maradona con toda su leyenda, ni siquiera Palermo. El tipo que más hizo padecer a River fuiste vos. Vos y el guante en la derecha. Vos y esa velocidad distinta para jugar a la pelota. Vos y ese amor por la clase, el juego y el estilo. ¿Y sabes qué? Jamás te vi injuriar a River. Al menos no en los medios, no ante la opinión pública. Siempre te ví, incluso, tirar buena onda. "River tiene que ascender", "Extraño el Superclásico" y más frases del estilo. ¿Cómo no voy a respetarte? Eso sí que no. Eso te lo ganaste. Y fijate si serás grande que ni ellos, en todo el odio que nos tienen porque así fuímos concebidos, fueron capaces de jamás decirte nada por tirar buenas ondas para River. Es que fuiste tan grande en la historia de Boca. El más grande, sin dudas. 
Yo amo a Ortega. Amo a Francescoli. Mis viejos y los libros me enseñaron a amar a Angel Labruna, me explicaron que es La Máquina y me dicen porque, por ejemplo, Matías Almeyda no es ídolo. A vos no te puedo ni siquiera tomar cariño. No me lo permito. Sos de ellos. Sos bostero. Sos de la contra. Pero sos un tremendo jugador de fútbol. De los mejores que ha existido y, pese a no disfrutarte por lo anteriormente expuesto, sí tuve la suerte de verte en la cancha, como a Orteguita, por ejemplo. 


Chau Román. Gracias a Dios ya no jugas más en Boca. Ya no me vas a hacer padecer más. Quizás ahora sí, en algún rincón de YouTube, en las palabras con mis amigos bosteros o incluso si te veo jugando en algún lado pueda disfrutarte. Antes no pude. Sabrás entender el porqué. Nos vemos, nos seguiremos viendo cada vez que se crucen en una cancha una camiseta blanca con una banda roja y una azul con una franja horizontal amarilla. Después de todo, vos naciste y morirás bostero y yo nací y moriré Gallina. De todas maneras, hoy me tomo una licencia de rivalidades y te digo: gracias por el fútbol. 
Ahora, sí, seguimos siendo rivales. Porque así nos manda la historia y este maravilloso deporte llamado fútbol.