
Pero llegué a conocer mucho más por mi amiga Eme, amiga de su familia, que me contó algunas anécdotas que pintan a Cacho como lo que fue, sobre todo un gran personaje que brilló con luz propia y dejó páginas inolvidables para el libro del fútbol del Rio de la Plata.
Diego Forlán reflejó con sus palabras el dolor del pueblo uruguayo: “La familia Forlán está de duelo porque se nos fue el gran Cacho Silveira, un campeón en la cancha y en la vida”.
Estuve recorriendo algunos medios uruguayos y encontré este texto que quiero compartir con todos ustedes porque me parece que es una linda manera de despedirlo y de decirle: Gracias Cacho!
"Cacho" de vida, por Omar J. Puentes
No lo puedo imaginar de otra manera. Es imposible. Una sonrisa amplia dibujando su permanente buen humor, esa característica tan identificada con "Cacho". Ese "Cacho" de la mano extendida, del afecto encendido, de la broma espontánea, de los asados permanentes, alma de rancho.
El mundo hablará sobre la muerte de Alcides Silveira. Hará una miscelánea de su trayectoria futbolística, de Sud América, Nacional, Selección de Uruguay, Independiente, Barcelona de España, Boca Juniors. Pero más allá del excelente y temperamental jugador de fútbol, el fútbol en sí perdió a uno de sus más grandes personajes.
Ese individuo con la esquina prendida en el alma. Siempre con una frase justa, para reír o llorar, según el momento, que tenía la fuerza de hacer callar a una multitud. Hecho y derecho. Con pinta de bandido y la llama encendida en cada mirada socarrona. Cómplice cuando debía serlo. Honesto de raíz. Hombre hecho en la calle, en el baldío, donde la amistad se gana con más amistad. Donde la hombría debía caminar sin vacilaciones por el fino pretil del respeto. Allí, "Cacho" fue amo y señor. Fue un conquistador de la vida, cultivo que cuidó con exquisito esmero.
No querer a "Cacho" es no entender la vida. Y hoy que se nos fue, hoy que dio el paso corto para traspasar la frontera entre la vida y la muerte, no podemos imaginarlo sin una sonrisa. Cerramos los ojos y lo vemos. Hasta sentimos la voz ronca, que fue música de mil entreveros de comidas extensas, de esas que se sabe cuando comienzan, pero nunca cuando terminan.
Perdoná "Cacho", sé que ver a cada uno de los que eternamente te llevaremos en la memoria con lágrimas en los ojos, te revela. Es que no podemos ser como vos. Aprendimos a quererte fuerte y sonriente, pero no podemos imitarte. Tenés que comprender nuestra flojera. Eso sí, tu sonrisa la seguimos viendo hermosa a través de nuestros húmedos ojos.
Gracias por ser parte de nuestra existencia.
(fuente tenfieldigital.com.uy )