OTRA CHAMPIONS PARA EL EQUIPO DE GUARDIOLA QUE SIGUE HACIENDO HISTORIA. MESSI EL JUGADOR DEL PARTIDO.
Ya sabemos que Barcelona es el nuevo campeón de Europa. Ya sabemos el resultado que cómoda y merecidamente ha logrado el equipo catalán en la final jugada en Wembley. Pero lo que quedará en el recuerdo (al menos en el nuestro) no es esta final, ni el resultado obtenido, creo que ni siquiera la consagración de Messi como la figura del partido luego de convertir su primer gol en tierra inglesa. Lo que nadie podrá olvidar es la exhibición de fútbol que dio hoy el Barcelona, el mejor equipo del mundo y para muchos de nosotros, tal vez el mejor equipo de la historia. Y como es un partido especial tengo la suerte de que un amigo muy especial de este espacio me haya obsequiado unas palabras, que yo le había pedido hace algunas semanas. Los dejo con el maravilloso texto del querido Curiyú, responsable de Nido de Serpientes, blog que muchos por aquí frecuentamos. Nadie podía haberlo dicho mejor...
Juan Román Riquelme, privilegiado Caballero futbolístico y humano de este blog, dijo el otro día en un programa deportivo de ESPN, dos o tres verdades de potrero, y yo diría, aplicables a la vida misma. Con su simplicidad y su lenguaje crudo, afirmó que si el Barcelona jugara el torneo argentino “nos caga a goles a todos”, y después, algo tan irrefutable por la demostración misma de la experiencia: “el Barcelona siempre tiene asegurado el 0 a 0” y que a “un equipo que tiene la pelota 80 minutos en un partido es demasiado difícil ganarle”. Ahora, me viene a la mente otra cosa, su seguridad de que “un fenómeno como el Barcelona no va a volver a repetirse”.Estas verdades, simples pero quizá mucho más válidas que las que pueden pretender ostentar “intelectuales” como Beatriz Sarlo o Elisa Carrió, sirven para sostener una hipótesis, que no sé si alguien en el mundo ya la ha esgrimido, pero la tomo y dice que, el Barcelona es el perfeccionamiento exacerbado, apoteótico del famoso y callejero “juego del loco”. Un juego que consiste en un círculo de jugadores que se pasan la pelota, uno a otro (sin orden establecido), mientras en el centro, otro jugador (el loco) intenta quitársela. El juego no incluye el uso de las manos, para tocar la pelota.
Puede decirse, que el Barcelona es ese círculo perfecto, una máquina perfeccionada hasta los más mínimos detalles y que, para el caso, los rivales (ya sean 11, 10 etc.) hacen, por lo general, el papel, a veces humillante, del loco desesperado detrás de la pelota, y la pelota, ese objeto del deseo, posesión exclusiva de quien ha sabido tratarla con una amor desmesurado. Objeto de deseo, además, para ese “loco multitudinario”, inalcanzable, utópico, imposible.
La final de un torneo o una liga, puede ser anecdótica, si bien dolorosa una derrota (recuerdo, y no por obsecuente de la dueña de esta casa, la injusta caída del Huracán de Cappa), no debería jamás, empañar lo hecho de forma coherente a lo largo de una línea respetable de tiempo. Digo esto porque, mientras escribo veo la final de la Champions League, y uno nunca sabe que puede suceder en un partido, cuales son las jugarretas del azar o del destino que pueden influir en 90 minutos de juego.
Sin embargo, y eso es lo asombroso, el Barcelona sigue “jugando al loco” en una final tan trascendente, y su partenaire, el Manchester, asume, casi como obligación (no es el caso del patético Real Madrid de Mouriño en la primera semifinal, que adrede, metió 10 jugadores abajo del arco) el rol de “loco”, porque el Barcelona es, el círculo perfecto de tener la pelota, como si cada jugador, tuviese imanes en los botines y esa pelota, fuese de metal.
El “juego del loco” puede parecer, para quien lo observe, algo aburrido. También, para algunos lo es la pintura, o la literatura o el cine. Pero para poder admirar el arte, es necesario dejarse llevar y ver “más allá”. Con esto, no quiero decir que el Barcelona se parezca al arte y su belleza, sino que quiero afirmar que el Barcelona es arte y belleza.
Como lo dije, una final puede ser una anécdota o un mal trago, pero también la frutilla del postre. Y éste es el caso. Los goles del Barcelona no llegan por casualidad, sino por decantamiento. Los goles del Barcelona se huelen, como el mar se huele cuando uno se acerca a él. Y así cae el gol de Pedro, otra belleza dentro de la belleza, y el Barcelona jugando al loco, como los chicos del barrio en el campito de enfrente de mi casa.
Y para demostrar que son humanos y que en ciertas ocasiones, la maquinita falla, llega el gol de Rooney, que también es una belleza, a pesar del leve off side de Giggs.
Pero “jugando al loco” y teniendo la pelota, al Barcelona es casi imposible ganarle. Y los goles llegan, claro, por decantamiento (otra vez). El de Messi y la preciosura de Villa, los dos de fuera del área. Porque si no se puede llegar hasta el arco tocando, se toca hasta donde se puede, y se le pega. Esa es otra virtud de la maquinita/belleza/Barcelona.
Y el partido, puede terminarse ahí. El Barcelona, seguirá “jugando al loco” y el Manchester, a un agotado “loco” ya cansado de tanto ir y venir detrás de ese objeto de deseo imposible, que no se le da. Ese objeto de deseo, la pelota, ya tiene un dueño magnánimo e indiscutible. Ese dueño que hace de ella una obra de arte para contemplar horas y horas.
Si recurriésemos a la semiótica de Greimas, Sujeto y Objeto, Barcelona y pelota, siempre estarían, en este relato hermoso que es el fútbol, en eterna conjunción. Yo prefiero quedarme con las palabras de Román y ser consciente de que un fenómeno así, difícilmente se repita. Jugar al loco de esa forma, entra en mis consideraciones de “maravillas del mundo”.
Jorge Valdano fue destituido de su cargo de director general del Real Madrid, tras 27 años de servicio, por desacuerdos con el entrenador José Mourinho. Valdano había llegado a la dirección general del club merengue el 1 de junio de 2009, tras la proclamación de Florentino Pérez como presidente. "La junta directiva ha decidido suprimir la dirección general, al frente de la cual estaba Jorge Valdano. Por este motivo, hemos decidido rescindir la relación contractual que teníamos con él", dijo Florentino Pérez en el Santiago Bernabéu y también agregó que “Mourinho ha ido demandando una autonomía de su gestión deportiva similar a la de los clubes ingleses. Hemos apostado por el mejor entrenador del mundo y queremos que esté muchos años con nosotros”.

Me hubiera gustado hoy hablar de fútbol y no de estas cosas. Comentar todos los partidos que vi el fin de semana, hablar de Lanus, de Racing, de Quilmes, que con una dignidad increíble está dando pelea, de Vélez y el gran nivel de sus jugadores, de Carrizo, de River, Boca e Independiente. Pero no puedo salirme de la sensación amarga del Palacio Ducó tomado por la furia irracional de un grupo de inadaptados con los que sólo me une una camiseta. Con seres humanos como el Roly Zárate, Omar Larrosa, Tito Pompei o Gastón Monzón siento que, sin conocerlos, me unen algunas cosas más.
Espero, sinceramente, poder soportar el dolor de una nueva caída. Tener las agallas y la sabiduría necesarias. Que todo el pueblo quemero tenga la fortaleza para acompañar y construir con libertad un futuro mejor.
En un Boca River puede pasar cualquier cosa. Pueden ganar los dos, y hasta pueden perder los dos. Cuando juega Vélez, este Vélez de Gareca, Moralez, Ramírez, Ricky Álvarez y el Burrito Martínez, entre otros, puede pasar que aunque alguien pierda, ganen siempre los dos si del otro lado está por ejemplo Lanus, porque se puede dar un partidazo o un súperpartido. Y eso sucedió este domingo, más allá del superclásico que concentra todas las miradas el partido de la fecha fue el que se jugó en la cancha del Granate. Ambos equipos dieron cátedra de fútbol, y por momentos quienes asistíamos al encuentro no extrañamos tanto al Barcelona de Messi. En el superclásico que se jugó en la Bombonera ganó Boca, sin jugar bien. Y perdió River, sin jugar mal como sí lo venía haciendo en otros partidos, incluso en algunos en los que se llevó un triunfo. El árbitro Lousteau (que reemplazaba a Baldassi por un tema de salud) tuvo una muy mala tarde, que comenzó sin cobrar un penal prototípico de Insaurralde a Funes Mori, cuando River estaba decididamente mejor en el juego.
Peor fue la tarde de Carrizo, el gran arquero millonario, que tuvo la responsabilidad casi absoluta en el primer tanto xeneize cuando queriendo rechazar terminó metiéndose el gol en su propio arco y parte de la del segundo, el gol de Martín Palermo que protagonizaba su último superclásico como jugador. Y esos son los tópicos para explicar el resultado del domingo, algunos errores groseros del árbitro, la mala fortuna de uno de los mejores arqueros del fútbol argentino, pilar indiscutido de la campaña aceptable (en puntos al menos) que venía teniendo River en este torneo, la poca convicción y destreza de sus delanteros y la inagotable cosecha goleadora de Palermo. Y a pesar de que este equipo de Falcioni no crea grandes expectativas, todo Boca hinchas y jugadores, disfrutaron esta victoria tan necesaria.
Porque tuvo además algunos condimentos típicos del morbo futbolero y sus códigos. Un gol de Palermo en su último superclásico y de cabeza la especialidad el Titán, varios errores de River para encontrar los goles que parecían lejanos de conseguirse por méritos propios, y el placer de complicar un poco más a River en su lucha por la permanencia en primera división.
Velez sigue siendo, a pesar de la derrota ante Lanus, el único puntero. Y lo es con total justicia. Si hay que perder un partido, no está mal hacerlo como lo ha hecho Vélez ante el Granate, dejando todo en la cancha y siendo superado por un gran equipo. Lo bueno de este partido es que más allá del resultado daba gusto mirarlo de principio a fin. Porque cuando se enfrentan dos equipos que intentan poner la pelota a ras de piso y jugar, es posible ver un gran partido de fútbol. Lanús y Vélez ofrecieron los mejores 90 minutos en lo que va del Clausura, y más allá de errores de un lado y otro, lo que cada equipo propuso es lo que resultó atractivo, lo que permitió ver algo diferente en medio de un campeonato de nivel más que pobre. Lanus aceptó el desafío de frenar a Vélez, y lo hizo con responsabilidad, pero sobre todo con fútbol, con fútbol de buen pie. El Fortín empezó como siempre tratando de imponer su juego y encontró en Ramírez al mejor ejecutante del repertorio veleziano. a pesar de que algunos pilares como el Burrito Martínez no tuvieron su mejor tarde, estuvo dos veces en ventaja Vélez con la posibilidad de manejar el encuentro. Lanús fue sin embargo inteligente, supo cómo aprovechar cada momento, tuvo peso ofensivo, fue contundente en el área rival y casi que obligó a los de Gareca a tomar decisiones equivocadas. Así llegaron los goles, Hoyos primero; después Valeri, la gran figura del partido, de lujo para el segundo empate y finalmente Romero terminó por derrumbar la fortaleza impenetrable de Domínguez y Ortiz y encaminarse al triunfo local.
Salud Barcelona!






